Diversos asambleístas calificaron la gestión de David Choquehuanca como una de las más ausentes en la historia reciente de la Vicepresidencia. Señalaron que, pese a haber llegado al cargo con más del 55% de respaldo, no logró conducir de manera adecuada la Asamblea Legislativa, instancia que permaneció durante gran parte de su gestión con una agenda paralizada, marcada por tensiones, manipulaciones y enfrentamientos entre legisladores. Según la Constitución Política, el rol del vicepresidente se limita a dirigir la Asamblea Legislativa y cumplir tareas delegadas por el presidente, sin tener poder directo en la aprobación de leyes. Sin embargo, su principal función es propiciar consensos para garantizar la gobernabilidad, algo que —según sus detractores— no consiguió durante su mandato.
El momento más crítico de su gestión se vivió el 8 de noviembre pasado, durante la sesión de honor de la Asamblea Legislativa, cuando Choquehuanca fue recibido con insultos y silbidos, en una escena que quedó marcada como un episodio vergonzoso para la política nacional. Con el inicio de un nuevo periodo, se espera que el próximo vicepresidente asuma un rol más activo tanto en la coordinación con el Ejecutivo como en la conducción del Legislativo, promoviendo acuerdos entre las bancadas y asegurando la continuidad de las sesiones para tratar los temas de interés del país.