A 22 años de la denominada Guerra del Gas, la memoria de los hechos ocurridos en octubre de 2003 sigue viva en la Ciudad de El Alto y en La Paz. Este conflicto social estalló tras la decisión del entonces presidente Gonzalo Sánchez de Lozada de exportar gas natural por Chile a precios bajos para Estados Unidos, generando convulsiones que derivaron en la muerte de varias personas y provocaron la renuncia del mandatario el 17 de octubre de 2003. Los enfrentamientos incluyeron protestas de campesinos, mineros y población civil, y la militarización de las calles por orden del gobierno.
Durante los días previos, las tropas del Plan República ocuparon puntos estratégicos ante la alerta de un posible levantamiento armado. Los enfrentamientos dejaron un saldo trágico, incluyendo la masacre en la zona de La Portada, donde la milicia empleó armas de fuego de grueso calibre y helicópteros, alcanzando a civiles inocentes. Se estima que al menos 65 personas perdieron la vida, entre ellas un menor de cinco años, adolescentes y adultos que no tenían relación con el conflicto.
Representantes de las víctimas, como David Inca, lamentan que a más de dos décadas del conflicto, autoridades gubernamentales, municipales y de la Gobernación hayan olvidado esta fecha. Inca recuerda los horrores vividos y destaca la necesidad de mantener viva la memoria de las víctimas, proponiendo incluso un momento de oración por los fallecidos y sus familias como un gesto simbólico de reconocimiento y respeto.
Entre los recuerdos dolorosos, se menciona a jóvenes que sobrevivieron pero quedaron desamparados, como un adolescente de 14 años que perdió a su madre en 2005 y tuvo que enfrentarse a la vida sin apoyo familiar. Estas historias reflejan las secuelas sociales y personales que la Guerra del Gas dejó en la población, evidenciando que, más de dos décadas después, la herida de octubre de 2003 sigue abierta.