El ajayu, el alma chica que necesita atención cuando hay miedo o enfermedad, explica investigador social
En la cosmovisión andina, el concepto de “ajayu” se relaciona con el alma y su interacción con la vida y la muerte. Las almas se clasifican según criterios temporales, como las almas nuevas, correspondientes a los fallecidos recientes, y las almas viejas, que ya han trascendido más tiempo. Esta diferenciación influye en los rituales de Todos Santos, ya que las almas nuevas no participan de las ceremonias hasta haber alcanzado un determinado tiempo de permanencia en el más allá, mientras que las almas viejas pueden regresar y ser honradas.
El ajayu también se divide según su fuerza o energía, distinguiéndose entre el “alma chica”, vinculada al ánimo y al estado emocional, y el “alma grande”, que reside dentro del cuerpo y permite a la persona interactuar con su entorno. En contextos de miedo o enfermedad, especialmente en niños, se considera necesario “llamar” al ajayu para recuperar la energía perdida y restablecer el equilibrio físico y emocional del individuo.
Los yatiris, reconocidos como curanderos tradicionales, desempeñan un papel que trasciende la sanación física, actuando como mediadores espirituales. Su labor combina lo psicológico y lo ritual, buscando armonizar los deseos y emociones de las personas con las prácticas ancestrales. Así, los rituales andinos no solo buscan el bienestar corporal, sino también la integración del espíritu con el entorno, manteniendo el equilibrio esencial de la vida según la tradición cultural.
