La vida de Leonora Flores, de 39 años, dio un giro tras la muerte de su esposo, quien trabajaba como albañil y falleció a causa de una enfermedad terminal. Desde entonces, asumió sola la responsabilidad de mantener a sus cinco hijas durante su etapa escolar. Para sostener a su familia, Leonora inició un pequeño negocio de venta de chicharrones de pollo en la zona Bautista Saavedra del Distrito 14 de El Alto, que se convirtió en el único sustento del hogar, cubriendo incluso el alquiler mensual de 200 bolivianos. Anteriormente se dedicaba al tejido en máquina, pero el alto costo de la lana y la avería de su equipo la obligaron a abandonar esta labor.
Conmovida por su esfuerzo, la concejal de la zona decidió apoyarla con un capital semilla de 2.000 bolivianos, que incluyó una cocina, ollas, sartenes, garrafa de gas, asientos de plástico y alimentos e insumos básicos como maíz y chuño. La hija mayor, Mariela, de 19 años, decidió postergar sus estudios para trabajar junto a su madre, priorizando que sus hermanas menores continúen su educación. Leonora invita a los vecinos de El Alto y de toda Bolivia a degustar sus chicharrones de pollo con la esperanza de hacer crecer su negocio y brindar un futuro estable para sus hijas Mariela, Viviana, Valeria, Rosa y Gladys.